Dirección: Hayao Miyazaki / Guión: Hayao Miyazaki / Año: 2013
Si existe algún estudio cinematográfico del cual me gusten
todas las producciones que he visto ese sería Studio Ghibli y de igual forma
las películas de Hayao Miyazaki me encantan, todas las que he podido ver (que
son todas como director). Así que cuando escuché la triste historia de que “Se
levanta el Viento” sería su última película como director, me uní al
sentimiento universal de tristeza, pues esa magia que caracteriza a todos sus
proyectos estaba a punto de finalizar.
Por la misma razón desee ver esta película en pantalla
grande, para poder despedirlo como se debe y aunque pasó mucho tiempo, poco más
de un año desde su estreno en Japón, al final lo logré; ya que la estrenaron de
manera comercial en las salas cinematográficas de donde vivo.
Con la despedida de Miyazaki como director nos presenta la
biografía de Jiro Horikoshi, quien diseñó el avión de combate Zero, utilizado
en el ataque a Pearl Harbor; y la verdad tenía mucha curiosidad sobre ver cómo
retrataban la vida de este hombre, sin ofender al colectivo occidental. Y el
resultado es muy interesante.
A Jiro lo conocemos cuando es un niño y sueña con ser piloto
algún día, pero por problemas visuales sabe que nunca lo logrará, así que
modifica ese deseo y lo transforma en el deseo de crear hermosos aviones que
surquen el cielo. Así conoceremos diversas facetas de la vida de éste hombre,
desde su supervivencia ante el gran terremoto y posterior incendio de Kantō en sus años universitarios,
como su crecimiento laboral, hasta lograr crear el avión Zero, pasando por
viajes oníricos que lo ayudaban a mejorar sus modelos, y la conocer al amor de
su vida.
Esta película es muy diferente a lo que nos ha presentado
Miyazaki, si lo diferenciamos de Studio Ghibli, la razón es que es su primer
película “realista”, ya que toda la fantasía que existe es sólo onírica, no es
un mundo mágico, donde las criaturas viven alrededor de nosotros. Aquí es
nuestra realidad, puesta en perspectiva animada, así que es algo en lo que
nunca hemos visto a Miyazaki, pero es imposible no apreciar su marca
característica en cada una de las escenas, de los personajes y gratamente, de
la mágica que le imprime a la historia.
Aunque me encantaría hablar sólo maravillas de ésta
película, y podría, me es necesario mencionar unas grandes fallas que tiene, la
principal y más importante es que nunca nos hablan del objetivo de los aviones
y su razón de importancia en la historia nipona, ese dato sólo se logra saber
si se tiene antecedentes históricos, pero al final de cuentas no es un factor
muy importante, ya que la escencia es que creó unos aviones innovadores que
nadie más logró, así que esta falla es gusto personal; otro error que le veo
fue que utilizaron muy pocos elementos de la infancia de Jiro o por el
contrario muy pocos y sólo se utiliza para mencionar la razón de cómo comienza
su deseo de volverse ingeniero aeronáutico y siento que esta faceta de su vida
queda muy en el limbo. De manera muy similar sucede con su etapa de amante, ya
que su historia con Nahoko sólo utiliza un momento de la película y creo que
por eso se perdió un poco la emotividad que podría haber logrado.
Esos tres elementos son los que más me brincaron y
molestaron, por decirlo de algún modo. Pero al final son cosas que genuinamente
puedo considerar cosas de gusto personal y no problemas reales de la película.
En este artículo inicie hablando de la despedida de Miyazaki
de la silla de dirección, un tema que me sigue entristeciendo y me provoca
genuinos sentimientos encontrados, no del estilo de las otras reseñas en donde
sólo me gusta una parte y otra no, sino que por un lado siento que con toda la
experiencia que tiene en estos casi cuarenta años de dirección, podría haber hecho
una obra más épica y fantástica, de la tirada de La Princesa Mononoke o El
Viaje de Chihiro, en dónde la magia es el pegamento que une las historias. Pero
por el otro lado, si vemos a conciencia esta película y la trama que maneja,
deja muy en claro la razón de su partida y eso es algo que entristece aún más…
tiene razón.
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