Dirección: Mike Nichols / Guión: Ernest Lehman / Año: 1966
Hay películas que son hermosas tanto por la historia como la
manera en que son contadas, por otro lado hay historias que es imposible
catalogarlas en esa categoría simplemente por la trama. Uno de esos casos es
esta película, la cual es maravillosa en todos los sentidos pero es imposible
decir que es una bonita película.
Esta película basada en la obra de teatro del escritor
Edward Albee, nos presenta a una pareja ya entrados en años que regresan a casa
después de una fiesta con miembros de la universidad donde George, el esposo,
trabaja. Martha, la esposa, desea seguir divirtiéndose y ha invitado a un joven
y nuevo profesor de la facultad llamado Nick junto a su esposa Honey. La noche
ya lleva rato de haber comenzado y el alcohol proveniente de la otra fiesta
sigue haciendo efecto.
George y Martha a leguas demuestran que en algún momento se
amaron, pero ahora la monotonía y los problemas han formado una cada de enojo y
furia, pero aún así cada uno está hecho para el otro. Cuando la pareja más
joven llega de visita, comienza un juego de verdades y mentiras, en donde la
única regla es no demostrar si es verdad o mentira lo que se dice. Conforme
pasan las horas en ese after, nos vamos sumergiendo en un pozo sin fondo de
dolor y destrucción.
La verdad esta es de esas historias donde entre menos sepas
de la trama cuando comiences a verla, mucho mejor. Así que me tendré que
enfocar en otro tipo de reseña. Para empezar, la película está protagonizada
por los grandes Elizabeth Taylor y Richard Burton, que simplemente por el hecho
de estar ahí le da un gran plus al producto final, si a eso se le suma que en
lo personal esta es una de las mejores actuaciones de Elizabeth, si no es que
la mejor aunque es muy difícil de poder decidirlo; también cuenta con la
actuación de George Segal y Sandy Dennis, quienes en la actualidad son personas
desconocidas, pero hicieron un excelente trabajo interpretando a esta joven
pareja de amantes.
También todo lo que compone a la película es de destacarse,
la fotografía en blanco y negro, la puesta en cámara y todas esas cosas que
dije no comentaría en este blog, pero pues algo debo de decir de la película.
Regresando un poco a la historia, este es un perfecto
ejemplo de cómo una película no debe de tener escenas de acción, asesinatos,
violencia ni nada para mantenerte al borde del asiento. Con cada palabra que
dicen la pareja mayor tememos por la pareja joven, quienes si quieren mantener
la cordura deberán de aprender las reglas del juego, aunque estas se encuentran
ocultas tras un vaso de cristal con licor.
También al final nos dejará pensando sobre la humanidad y su
forma de ser. Nos hará preguntarnos hasta dónde llega la locura de cada uno y
dudar sobre lo que nos dicen y el trasfondo detrás de eso.
Esta es una de esas películas que no a todo el mundo le va a
gusta, y más si uno espera que pase algo (acción) por que no la hay, pero
tampoco se vallan con la finta de que es una película intima y minimalista.
Sino todo lo contrario, con cada acción, cada mirada y cada diálogo los golpes
salen volando para impactar no solo al interlocutor, sino también al
espectador.
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